Decidimos empezar este
análisis sobre la importancia de la recuperación de la memoria histórica del
secuestro citando las siguientes palabras de una madre que lleva doce años con
su hijo secuestrado en las selvas colombianas.
“El tiempo pasa y nadie dice
nada, nadie hace nada”, reclama. “Quiero ver a mi hijo antes de morirme. Esta
humilde mujer de 79 años ha sufrido tres infartos y hace apenas dos semanas
otro pre infartó.
Trinidad Orjuela, la madre
del sargento viceprimero Robinsón Salcedo Guarín, secuestrado en 1998, cuando
los rebeldes se tomaron la base de Miraflores, en Guaviare, en un feroz ataque
que se prolongó por 20 horas y que dejó nueve muertos, 10 heridos y 22
militares desaparecidos.
Ella
y muchas otras madres, hijos, esposas, hermanos y familiares esperan ansiosos
el regreso de su ser amado. Sufriendo la impotencia de no poder hacer nada más,
piden a Dios por la pronta liberación de todos aquellos que fueron arrebatados
injustamente por la FARC, y con el mayor descaro juegan con la salud y la
libertad de seres humanos llenos de sueños y anhelos. Irrumpiendo las leyes y
los derechos humanos para seguir oprimiendo un pueblo.
La
madre del sargento viceprimero Robinson Salcedo representa el sufrimiento, la
perdida personal y social que intenta integrar el imaginario social en cuanto a
la reconstrucción de nuestra sociedad, ella ha tenido que narrar miles de veces
su historia, sus sentimientos y emociones, es la única acción que empodera a
las mayorías populares, a las víctimas y a sus familiares de exigir y decir
justicias, que poco a poco ha ido formando un conjunto de actitudes prácticas,
de conocimiento y afectivas. Que son la ruta de una reconciliación social real.
A
las personas que han sido víctimas del secuestro de forma directa o indirecta,
es necesario que se les reconstruya una memoria histórica donde el enfoque sea
“la necesidad de entrar a esa memoria como un paso indispensable para poder
obtener como mínimo un módico de salud mental y empezar a reestructurar su
identidad personal y social. En esa historia personal y social se deben
experimentar grandes pérdidas y, por consiguiente, la recuperación de la
memoria histórica deber tener la intención de reparar el tejido social dañado
por un acto brutal.
En
Colombia todos queremos acabar con la guerra que nos ha oprimido durante tantos
años, pero no podemos descuidar a las víctimas que deja la injusticia, pero
lastimosamente son muy pocas las fundaciones u organizaciones que se toman el
tiempo para realizar una reparación social con estas personas, ojala se mejores
y construyan planes que generen más oportunidades de restauración social.
“La historia nos define, al igual que nosotros definimos
la historia”
Sin lugar a dudas la
memoria histórica se debe construir para la población que ha sido secuestrada, con el fin de rescatar la identidad de estos
(EXSECUESTRADOS) y preservar por ende su historia. La afirmación anterior la basamos desde el
hecho de que se considera que la salud
mental de las sociedades donde se ha dado, aprobado y amparado la violencia,
pasa por la recuperación de la memoria histórica.
Las personas que han
sido víctimas de secuestro en nuestro
país, sufren el hecho de dejar el contexto en el que viven diariamente, hacia un entorno de miedo e incertidumbre, de
preocupación, maltratos y violencia, sumando además el hecho de no saber cómo
están sus familiares por días, meses e incluso años.
No cabe la menor duda
que las heridas que más duelen y tardan en sanar son las invisibles, ya que se
suele considerar que son vivencias que se dejan de vivir y que por consiguiente
se recuperan o se olvidan fácil, siendo
sin lugar a dudas todo lo contrario. El no poder expresar y buscar curar las
heridas con la ayuda pertinente ocasiona que estas (heridas) puedan quedar al
descubierto en cualquier determinado momento estas florezcan.
La memoria histórica
se ha convertido en el espacio que nos permite recordar, para comprender lo que
pasó y por consiguiente lograr transformar el dolor de las personas en acciones
de poder. Dichas acciones, no solo se refieren a hacer memoria y realizar
simples discusiones verbales que buscan la reconciliación de las diferentes
versiones que existan, por lo contrario
abarca aparte de lo mencionado anteriormente, hechos que empoderen a las víctimas
por medio de prácticas cognitivas y afectivas, que posibilitan una verdadera
reconciliación social.
Si nos adentramos en
la obra de Ignacio Martín Baro, podemos considerar que el concibe la
recuperación de la memoria como la posibilidad de alcanzar y vivir en verdad, lo cual permite a su vez la construcción de
una identidad tanto individual como colectiva, fuera de las mentiras que ha
emitido la historia oficial, intereses
de quienes apuestan por el conflicto y de las mismas víctimas que buscan
sobrevivir.
Los secuestrados
deben realizar una memoria histórica (centrándose en acontecimientos personales y colectivos históricos) que implique reconstruir el pasado en el
presente voluntariamente con un propósito psicológico y social.
Para Ignacio Martín
baro, las acciones que se tomen deben partir de la realidad cotidiana de las
personas, debido a que de esas realidades depende el tipo de acciones que se
deben tomar; el contexto también se considera importante porqué sin lugar a
dudas este influye en las interpretaciones que los sujetos le dan a la realidad.
Cuando los seres
humanos hacemos memoria, no solo se hace
referencia a acontecimientos del pasado, sino que rescatamos en el presente
la importancia de estos hechos y por ende la
relevancia que estos tienen en nuestra actualidad.
La psicología desde
el ámbito social debe tomar la memoria histórica de los secuestrados,
percibiendo la información y narrativas de experiencias que expresan las
personas víctimas de plagios, e identificar los aspectos que demandan acciones,
que conduzcan hacia la recuperación total de estas personas.
Los secuestrados deben conservar su
identidad, tarea nada fácil si partimos
del hecho de que las personas plagiadas pueden pasar meses y años encerrados y
amenazados, trayendo con eso problemas
psicológicos graves; y aún más cuando
estos no alcanzan el reconocimiento por parte de los otros, incidiendo así en
el concepto que estos (ex secuestrados) tienen de sí mismos.
Recuperar la memoria
histórica y exponerla socialmente, en oposición a la historia oficial tiene el
valor de dignificar la vida de las víctimas, validar sus experiencias e identificar
caminos importantes de una reconciliación profunda que esté basada en la justicia
y la verdad.
Precisamente en
Colombia se creó una ley que tiene por objeto principal la preservación de la
memoria histórica. Estamos hablando de
la ley 975 de 2005 (Ley de Justicia y Paz) el gobierno nacional de Colombia
creo la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR), la cual
incluye dentro del derecho de reparación la preservación de la memoria
histórica:
Se entiende por
reparación simbólica toda prestación realizada a favor de las víctimas o de la
comunidad en general que tienda a asegurar la preservación de la memoria
histórica, la no repetición de los hechos victimizantes, la aceptación pública
de los hechos, el perdón público y el restablecimiento de la dignidad de las
víctimas.
La CNRR creó para
este efecto el Grupo de Memoria Histórica, dirigido por el historiador Gonzalo
Sánchez Gómez, el cual se enfoca en las víctimas del paramilitarismo en
Colombia buscando identificar “las razones para el surgimiento y la evolución
de los grupos armados ilegales”, lo cual incluye a las guerrillas,
especialmente a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC y el
Ejército de Liberación Nacional ELN; así como las distintas verdades y memorias
de la violencia, con un enfoque diferenciado y una opción preferencial por las
voces de las víctimas que han sido suprimidas o silenciadas, entre ellas
obviamente a los secuestrados.
Hasta el momento, el grupo de
memoria histórica de la CNRR ha presentado los siguientes informes:
- La masacre de Bahía Portete:
Mujeres Wayuu en la mira.
- Bojayá: La guerra sin límites.
- La Rochela: Memorias de un
crimen contra la justicia.
- Luchas campesinas y reforma
agraria: memorias de un dirigente de la ANUC en la costa caribe.
Los secuestrados o ex
secuestrados de nuestro país y de Iberoamérica entera tienen la necesidad de
acceder a las memoria histórica
para lograr la salud mental necesaria y por consiguiente definir su identidad
personal y colectiva. El padecimiento de
actos violentos para una persona trae
consigo que las victimas acepten mentiras, identidades
impuestas y que además estas no
cuestionen la violencia, lo que sin lugar a dudas ocasiona que todos nos veamos inmersos en contextos
como el que vivimos actualmente en Colombia, contextos confusos
y llenos de
sentimientos de odio y culpa.
Bibliografia:
http://es.wikipedia.org/wiki/Memoria_hist%C3%B3rica
http://portales.puj.edu.co/martinbaro/html_m1_a_m5/modulo_4/unidad%201/material/Memorias%20Evento%202006%20Catedra%20Internacional%20IMB%20pag%2013%20-%2027.pdf
http://manuelcepeda.atarraya.org/
http://abcblogs.abc.es/colombia-y-sus-mujeres/2011/01/03/las-madres-quienes-aun-estan-secuestrados/