El Secuestro en Colombia

En este sitio encontraras una conceptualización teórica sobre lo que es el secuestro y lo que representa en el mundo.
Una descripción actual del secuestro en Colombia y un análisis sobre el trauma psicosocial que esto ha implicado para nuestra sociedad.

sábado, 15 de octubre de 2011

Análisis del trauma psicosocial del Secuestro


Los humanos somos seres históricos, por lo cual se puede pensar que cuando un individuo es retenido contra su voluntad, este hecho repercute indudablemente en el resto de la vida del plagiado y en la de su familia.

Es claro que algún impacto relevante en la vida de una persona se convierte en una trauma; en la psicología un trauma hace referencia a una vivencia que afecta de tal manera a la persona que le deja una marca desfavorable para su vida.
Cabe decir que cuando hablamos de trauma psicosocial que puede tener un ser humano, la herida (el trauma) fue originada social mente, es decir que sus raíces se encuentran en su sociedad, no en el individuo, y que como consecuencia la naturaleza del trauma se mantiene entre la relación del individuo y la sociedad; este aspecto se convierte en un tema importante a la hora de determinar que debe hacerse para superar estos traumas psicosociales.  
 Para Ignacio Martín Baro el secuestro deja en la persona secuestrada un trauma psicosocial, la gravedad de este trauma dependerá de la vivencia de cada individuo secuestrado; la vivencia está condicionada por el desarraigo social que tenga, por su participación en el conflicto, además de otras características de la personalidad del secuestrado y experiencia vivida por este.   La psicología social debe intervenir para aportar al cambio de algunas de las consecuencias negativas que viven las personas que han sido víctimas de secuestro.
La intervención de la psicología social sobre el trauma psicosocial descansa sobre dos pilares, el primero es sobre la noción del trauma psicosocial, dicha noción no está dirigida a personas individuales sino a las comunidades en la que éstas viven y, por lo tanto, el impacto de la intervención debe valorarse en el ámbito colectivo o social, y la segunda intervención debe estar dirigida hacia la necesidad que existe de recuperar la memoria histórica, donde se busca colocar la historia de las víctimas del conflicto en oposición al discurso que naturaliza la violencia que se vive en Iberoamérica, disminuyendo así el dolor de las victimas promoviendo el olvido de estos.
A pesar de las circunstancias de trauma psicosocial por el que pasan algunas perdonas, cabe decir que para algunas de estas (personas) los momentos difíciles le ha dado la oportunidad de desarrollar excepcionales virtudes humanas de altruismo y amor verdadero, ojala todos los que tenemos la suerte de no pasar por momentos difíciles como secuestros, desplazamientos, pobreza extrema, etc. Desarrollemos también virtudes como las anteriores acompañadas por valores tan importantes como la solidaridad, compasión, humildad que nos ayuden a construir una sociedad más justa con todos.  


En la actualidad, el secuestro afecta a casi uno de cada cuatro países en el mundo. Colombia ocupa el primer lugar en esta triste lista desde hace varios años. Incluso los secuestros masivos y los secuestros de niños se han convertido en parte de esta forma cínica de financiar una guerra.
La toma de individuos desarmados e indefensos como rehenes no solamente paraliza a la víctima sino que también afecta la integridad psicológica y económica de toda la familia. Además, crea un dilema moral imposible de manejar para los individuos, las compañías y los gobiernos involucrados cuando se les exige el pago de un rescate. Por un lado, parece que pagar el rescate es la única forma de salvar la vida de la víctima. Por el otro lado, este pago contribuye directamente a fomentar la guerra. Una barrera de silencio rodea este tema. En Colombia esto se puede explicar por el miedo abrumador de la gente.
Desde 1996, cerca de 1 millón de colombianos han abandonado el país, principalmente porque consideran que los insurgentes los tienen en la mira para extorsionarlos o secuestrarlos.
Un secuestro usualmente genera en los familiares de la víctima una necesidad predominante de proteger al ser querido. Esto implica que en tiempos de gran desesperación los fuertes sentimientos personales casi siempre priman sobre la noción de que el no pago por el rescate beneficia el interés común. Todo el mundo sabe que el número de secuestros disminuirá si las familias no pagaran el rescate.
El movimiento de no pago tiene un gran valor social en el sentido de que permite expresar la repugnancia indescriptible que producen las prácticas del secuestro. Este movimiento también elevó el nivel de conciencia con respecto a las posibilidades de la resistencia civil contra el secuestro, aunque los civiles a menudo se sienten impotentes en relación con su propia seguridad.
Sin embargo, el plagio masivo de la iglesia de la María demuestra claramente lo difícil que es mantener una posición dura contra los secuestradores cuando la cuestión se convierte en algo personal, incluso para aquellos que en principio se oponen al pago por el rescate.
Normalmente, esto significa que después de que la tragedia del secuestro ha terminado, las víctimas no solamente sufren las consecuencias prolongadas de los traumas, sino que también terminan encontrándose en medio de deudas cuantiosas. Para la mayoría de las víctimas colombianas, el pago de la extorsión significa la quiebra económica de su empresa (personal o familiar) o el endeudamiento con los bancos a largo plazo y a tasas de interés extremadamente elevadas. Después de haber sido secuestrado, un hombre de 76 años se lamentaba amargamente de que las víctimas del secuestro “le pagan una vez a la guerrilla y dos veces al banco”
Colombia tiene numerosas y diversas instituciones estatales responsables de la seguridad de los individuos y las organizaciones. Desafortunadamente, dichas instituciones son insuficientes para garantizar la seguridad de los ciudadanos colombianos o de las compañías establecidas en el país. Esta es una consecuencia de la ausencia de estructuras de seguridad del Estado en las zonas rurales y de la insuficiente dotación de las instituciones existentes para responder a la gravedad del problema de inseguridad. Además, la eficacia de estas instituciones está socavada por la corrupción
Considero que la falta de mecanismos efectivos para hacer cumplir las leyes representa un gran obstáculo para avanzar en el desarrollo de la responsabilidad internacional de los grupos armados de la oposición en Colombia. Lo que se podría hacer en el futuro es crear un procedimiento para demandas individuales por las violaciones al Derecho Internacional Humanitario cometidas por los grupos armados de la oposición, incluyendo a los grupos colombianos.

Bibliografia.

Martín Baró, I.  (2000) Guerra y Salud Mental. En: Martín Baró, I. & Colab. (2000) Psicología Social de la Guerra. El Salvador. UCA Editores. Págs. 24-40.

Gaborit (s.f.) Reconstruir el tejido social mediante la práctica de transformar el pasado: diseño de una intervención en violencia política. Documento de trabajo para la cátedra virtual Ignacio Martín Baró.


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